Educar con el Holocausto

El genocidio de unos 6 millones de judíos realizado por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial es uno de los episodios más sombríos de la historia.

Sin embargo, aún hay personas que lo niegan.

Por eso, el gobierno alemán, desde hace décadas, tiene como prioridad en sus políticas públicas garantizar que la verdad sobre la historia del nazismo no se pierda entre mentiras y rumores diseminados tanto entre adultos como niños.

En Alemania, el Holocausto no se ve como un hecho histórico común.

Y este enfoque se refleja, incluso, en la manera y la frecuencia con que el tema es tratado en el aula.

Impacto

Cuando tenían 15 años, los alumnos berlineses Willy Hanewald y Franz Kloth tuvieron las primeras clases sobre el Holocausto.

Sus profesores de Historia presentaron el tema en el aula y posteriormente organizaron excursiones a sitios donde en la actualidad se recuerda qué fue lo que pasó.

Willy, que estudia en una escuela pública, fue con su clase al campo de concentración Sachsenhausen, ubicado en las afueras de Berlín.

La escuela privada donde Franz estudiaba organizó un viaje a Auschwitz, en Polonia.

“La excursión fue una experiencia mucho más marcada que el enfoque en el aula”, dice Willy, de 17 años.

“Creo que es imposible comprender profundamente la dimensión del Holocausto sin haber estado nunca en un campo de concentración”, agrega.

Franz, de 18 años, tuvo la misma impresión que Willy y destacó otra experiencia que lo marcó: una conferencia de un sobreviviente del Holocausto.

“Esas actividades son importantes porque sólo imágenes en blanco y negro no son suficientes para comprender completamente lo que sucedió”, subraya.

Los dos jóvenes forman parte del Comité de Alumnos de Berlín que impulsa la implementación de la obligatoriedad de la visita a campos de concentración en el programa escolar con financiamiento del gobierno, que actualmente no sucede.

“Vivimos actualmente un período cultural muy frágil, necesitamos siempre recordar lo que sucedió y cómo sucedió para que nunca vuelva a pasar”, dice Franz.

Equivocaciones y falta de información

“La enseñanza sobre el Holocausto recuerda a las personas de los peligros a los que ellas mismas son vulnerables si están expuestas a propaganda intolerante, prejuicios, injusticias, humillación y violencia potencial”, afirma Peter Carrier, coordinador de un proyecto de investigación de la UNESCO sobre el Holocausto en la Educación, promovido por el Instituto alemán Georg Eckert.

Y en las escuelas de Alemania, el enfoque pedagógico sobre este capítulo histórico busca promover una reflexión crítica sobre el pasado y la sociedad, además de tratar de evitar que esos crímenes vuelvan a ocurrir en el futuro.

Actualmente el Holocausto forma parte del programa de estudio en noveno o décimo grado, cuando los alumnos tienen cerca de 15 años.

“La temática del Holocausto y del Nazismo es una parte obligada en el programa de Historia en todos los Estados de Alemania”, destaca Detlef Pech, profesor de pedagogía en la Universidad Humboldt de Berlín.

Y es que si bien la política educativa en Alemania corresponde a los gobiernos estatales, la Conferencia de Secretarios de Educación, órgano nacional que hace recomendaciones sobre la enseñanza, comenzó a sugerir en la década de 1960 un enfoque más profundo sobre el Holocausto en el aula.

Los profesores tienen libertad para desarrollar diversas actividades pedagógicas sobre el tema, entre las cuales están las visitas a los campos de concentración.

Sin embargo, esas actividades no son obligatorias y su realización depende exclusivamente de la voluntad y el empeño de los educadores.

Controversia y resistencia

El modelo pedagógico actual es el resultado de un debate público que floreció a finales de la década de 1970 en Alemania Occidental, con la exhibición de la serie estadounidense Holocausto, que retrata la historia del genocidio desde la perspectiva de una familia de judíos alemanes que contó con la participación de Meryl Streep y James Woods.

Además de contribuir al debate sobre el tema en el aula, la serie introdujo el término Holocausto en el país.

Hasta entonces, el episodio era tratado como persecución y muerte de judíos. Esta discusión pública también impulsó cambios en el enfoque pedagógico sobre el tema.

“Fue un proceso que comenzó a finales de la década de 1970 con la adopción de la perspectiva de las víctimas en los libros escolares, pero varió bastante entre los Estados y dependió mucho de los gobiernos que tenían en la época”, afirma la historiadora Juliane Wetzel, del Centro para la Investigación Antisemita de la Universidad Tecnológica de Berlín.

Según Peter Carrier, hay dos maneras principales de contextualizar el tema en las escuelas: en el marco de sistemas políticos en un bloque clasificado como “Democracia y Dictadura”, como ocurre en Berlín; o en el marco de regímenes políticos históricos llamado “Nacionalsocialismo”, como en el Estado de Hessen.

Formación del profesor y desafíos

La transformación en la visión de la enseñanza sobre el Holocausto a lo largo de las últimas décadas reflejó también cambios en la formación de los profesores.

Actualmente, organizaciones de defensa de la memoria e instituciones de enseñanza ofrecen diversos cursos extracurriculares para educadores sobre el abordaje pedagógico del tema.

Sin embargo, a lo largo de este proceso de adopción de esta visión más crítica, no siempre este enfoque fluyó perfectamente.

Wetzel cuenta que en el pasado hubo casos de exageraciones cometidos por profesores, que acabaron enfrentando a alumnos con los horrores del Holocausto, lo que llevó a algunos jóvenes a no querer tocar el tema.

Además de estos percances, esa transformación pedagógica enfrentó, desde el principio, resistencias de conservadores de derecha, que argumentan contra la cultura de memoria alegando que el tema pertenece al pasado y debería ser colocado un punto final en la cuestión.

Actualmente, con el avance de populistas de derecha, que poseen representantes en 14 de las 16 asambleas estatales y también en el Parlamento alemán, ese enfoque fue puesto nuevamente en duda.

En junio, el líder del partido Alternativa para Alemania (AfD), Alexander Gauland, minimizó el nazismo.

“Hitler y los nacionalsocialistas no fueron más que una caca de pájaro en mil años de una historia alemana de éxito”, dijo.

Otro integrante, Björn Höcke, llegó a llamar al monumento a los judíos de Europa asesinados, situado en Berlín, el “monumento de la vergüenza”.

Ante estos intentos de minimizar el pasado, para muchos educadores esa visión de enseñanza se hace más necesaria que nunca.

“El Holocausto es un punto central de la historia de Alemania, en una época en que el país trajo mucha desgracia al mundo. El significado central de este período no debe ser subestimado. Las amenazas de la democracia y lo que ocurre con el fin democrático también son aspectos importantes”, destaca Tobias Funk, director en la Conferencia de Secretarios de Educación.

Carrier, de la Unesco, resalta que la enseñanza sobre el Holocausto es importante para recordar a la gente de los peligros a los que son vulnerables.

La historiadora Wetzel destaca que el conocimiento sobre este pasado es fundamental para el entendimiento de debates y decisiones políticas actuales de Alemania.

La investigadora añade que la comprensión sobre el Holocausto, el nazismo y el asesinato de minorías practicadas en esta época puede ayudar a desarrollar empatía por temas actuales, como la crisis migratoria y los refugiados que vinieron al país.

Noticias falsas

El avance de la extrema derecha y la divulgación de noticias falsas representan, sin embargo, un desafío para los educadores.

“Los profesores necesitan aprender cómo ayudar a los jóvenes a no creer en todo lo que leen en los medios y cuestionar”, afirma Carrier.

Para ello, diferentes organizaciones en defensa de la memoria ofrecen excelentes materiales didácticos, muchos disponibles en internet.

Para Wetzel, el enfoque pedagógico sobre el Holocausto es un proceso en constante transformación.

“A cada nueva generación, el enfoque y la transmisión de este tema a los jóvenes debe ser repensado, en la actualidad, es más histórica, pero no debe ser tratada como el Imperio Romano, por ejemplo, la responsabilidad alemana debe dejarse clara, sin embargo, sin sobrecargar los alumnos y sin declararlos culpables”, evalúa la investigadora.


Fuente. Artículo de Clarissa Neher – BBC Mundo (21 octubre 2018)

Chipre, la isla partida en dos

Chipre es una isla estratégica situada entre Europa, Oriente Próximo y África, frente al canal de Suez y el acceso al Índico. Esta es la razón por la que imperios como el bizantino, otomano o británico la han ansiado y ocupado. Resultado de esto es una división entre cristianos ortodoxos y musulmanes concordante con griegos y turcos, respectivamente, los dos grupos principales, de la que resultó un complejo conflicto y la división del país y la isla.

Cuando en 1960 Chipre se independizó del Reino Unido, este mantuvo las bases militares de Akrotiri y Dhekelia y otorgó al nuevo país una Constitución que repartía el poder entre la mayoría grecochipriota y la minoría turcochipriota con cláusulas que evitasen que se produjera la enosis —unión con Grecia— o el taksim —la división del territorio—: la primera por discriminar a los turcochipriotas y la segunda por su dificultad ante la compleja distribución de los dos grupos. A su vez mantenía como garantes del nuevo Estado al propio Reino Unido, a Grecia y a Turquía.

Sin embargo, las tensiones interétnicas fueron en aumento y un golpe de Estado favorable a la enosis en 1974 desembocó en la invasión turca, una guerra civil y la división de la isla de facto en dos Estados tras la congelación del conflicto. Como resultado miles de personas se trasladaron a uno y otro lado de la nueva línea de separación —vigilada por Naciones Unidas— y una extensa franja de territorio quedó como tierra de nadie. En este reparto los turcos obtuvieron un territorio muy superior a su población que fue reforzado con colonos procedentes de Turquía. Por ello Chipre del Norte solamente es reconocido por Turquía, lo que ha visto lastradas sus posibilidades de desarrollo.

El Holocausto y las grandes empresas

“Aprendan a ver en lugar de mirar tontamente; actúen en lugar de charlar ¡y piensen que una vez eso estuvo por dominar el mundo! Los pueblos consiguieron vencer, pero nadie debe cantar victoria antes de tiempo… ¡aún es fecundo el vientre de donde salió la bestia inmunda!” (Bertold Brecht)

Conocer ese aspecto del Holocausto es indispensable para comprender los factores y mecanismos que llevaron a “la solución final”, confluencia de una ideología irracional y fanática, racista y agresiva y de los intereses de ese momento de los sectores dominantes del gran capital. El antisemitismo no lo inventó Hitler. Tiene una historia más que milenaria, obedece a razones religiosas y económicas a las que Hitler añadió el ingrediente racial que estaba y sigue estando arraigado en la mente de mucha gente. Para los objetivos del hitlerismo y del gran capital alemán en la década del ’30 fue un mensaje que encontró receptividad entre las mayorías golpeadas por la crisis económica y ayudó a la “arianización” de la economía; al despojo de los bienes y empresas propiedad de judíos en el marco de la fuerte concentración del capital operada bajo el nazismo. “En el mundo de los negocios (…) los ‘arios’ estaban al acecho para aprovechar a expensas de sus homólogos judíos (…) Centenares de sociedades judías, incluidos bancos establecidos después de mucho tiempo, como el Warburg y el Bleichröder, fueron obligados a ceder sus activos a compradores ‘arios’ por sumas ínfimas. Fueron los grandes grupos los que más ganaron (…) como Mannesmann, Krupp, Thyssen, Flick y IG Farben y grandes bancos como el Deutsche Bank y el Dresdner Bank”.

Después de la Primera Guerra Mundial, la revolución bolchevique había despertado las simpatías de muchos intelectuales y, en los pobres, la esperanza de que era posible un mundo mejor, fundado en la fraternidad y la solidaridad. Esto provocó una ola de pánico en los medios capitalistas de todo el mundo. En enero de 1919, los espartaquistas alemanes intentaron seguir el ejemplo de los bolcheviques, pero fracasaron y fueron sangrientamente reprimidos. Sus dirigentes más conocidos, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, fueron asesinados.

Pero los trabajadores y los grupos de izquierda alemanes siguieron preparándose para nuevos intentos, como el de octubre de 1923, también fracasado: un llamado a la huelga general revolucionaria, que no se concretó, y una insurrección aislada en Hamburgo, que fue rápidamente aplastada. El gran capital alemán no quería correr riesgos y además debía hacer frente a la gran crisis económica con medidas drásticas. Desde 1925 los grandes empresarios alemanes decidieron financiar a las fuerzas de choque antiobreras y anticomunistas del Partido Nacional Socialista; las SA y las SS.

Pero a los grandes industriales y banqueros alemanes se les adelantó Henry Ford, que ya financiaba al movimiento de Hitler desde 1922. Tanto es así que Hitler, en cuyo despacho colgaba el retrato de Ford, lo condecoró en 1938 con la Gran Cruz del Águila Alemana. Tenían en común, entre otras cosas, un furibundo antisemitismo. Hitler era un gran admirador del trabajo en cadena implantado por Ford en sus fábricas. En su autobiografía “My life and work”, Ford escribió, como recuerda Charles Patterson que se había inspirado para el trabajo en cadena en el modo de operar de los mataderos de Chicago. Así se cierra simbólicamente el círculo. Como dice un personaje de la novela La vida de los animales de J.M. Coetzee: “Chicago nos mostró el camino: fue de los corrales para animales de Chicago de donde los nazis aprendieron cómo procesar los cuerpos”.

Fritz Thyssen fue por su parte el promotor en Alemania de la ayuda financiera al nazismo y además extendió a Estados Unidos las redes bancarias que le permitieron expatriar sus ganancias y reenviar parte a Alemania para colaborar financieramente con Hitler. En 1926, Thyssen y el empresario estadounidense Averell Harriman crearon la Union Banking Corporation (UBC), de cuyo directorio participaban Roland Harriman en representación de W.A. Harriman & Co. y E. S. James, en representación de Brown Brothers. En los directorios de estas dos últimas compañías estaba Prescott Bush, padre y abuelo de los expresidentes Bush.

Recién en octubre de 1942, un año después de que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra, las autoridades estadounidenses incautaron los fondos bancarios y haberes de la UBC. La firma fue denunciada “como entidad financiera y comercial colaboradora del enemigo”. Posteriormente, el gobierno ordenó también la incautación de otras dos sociedades de primera fila, vinculadas a la sociedad bancaria Harriman: la Holland-America Trading Corporation (Sociedad de comercio holando-estadounidense) y la Seamless Steel Equipment Corporation. El 11 de noviembre de 1942, otra sociedad del mismo grupo, la Silesian-American Corporation, fue embargada por la misma ley sobre el comercio con el enemigo. Estos embargos se mantuvieron hasta 1951.

El ascenso de Hitler

La clase media baja alemana empobrecida por la crisis y los numerosos desocupados eran un terreno fértil para las arengas revanchistas y racistas de Hitler y para su demagogia populista, reflejada en el nombre de su partido: Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP). En las elecciones de julio de 1932 el NSDAP obtiene 230 bancas, contra 133 de los socialistas, 89 de los comunistas y 156 de otros partidos. Hitler reclama la Jefatura de Gobierno, pero el presidente Hindenburg se niega y los nazis desatan la violencia en las calles y en el propio Parlamento.

En noviembre de 1932 se realizan nuevas elecciones. Los comunistas aumentan a 100 sus bancas, los socialistas pierden 12 y los nazis 34. Hitler declara entonces que Alemania está al borde de la revolución bolchevique y un grupo de empresarios prominentes pide al presidente Hindenburg que lo nombre jefe de Gobierno, a lo que éste accede. Pero Hitler rechaza la designación porque quiere los plenos poderes.

En la cronología del ascenso de Hitler al poder, es importante reseñar la actuación de algunos prominentes empresarios y banqueros. Uno de éstos, Hjalmar Schacht, había desarrollado ideas políticas de derecha radical y después de leer el libro de Hitler “Mein Kampf” (Mi Lucha), quedó convencido de su capacidad como futuro líder de Alemania. En enero de 1931 se entrevistó por primera vez con Hitler y se comprometió a crear un fondo fiduciario para el partido nacionalsocialista. Schacht comprometió a Albert Voegler (acero), Gustav Krupp y Alfried Krupp (armas), para obtener el concurso de otros industriales como Fritz Thyssen, Emile Kirdorf, Carl Bechstein y Hugo Bruckmann, con los que se crearía el fondo. En noviembre de 1932, Schacht redactó una carta, firmada por los más connotados industriales alemanes, urgiendo al presidente Hindenburg a que nombrara a Adolf Hitler canciller de Alemania. Ante el estado insostenible de la situación política y el apoyo de los industriales y hombres de negocios, Hindenburg cedió. Hitler asume la Jefatura de Gobierno el 30 de enero de 1933, y partir de ese momento la represión contra los opositores se acentúa. El 20 de febrero de ese año, Schacht organizó una reunión de la Asociación de Industriales Alemanes, en la que se recolectaron 3 millones de marcos para el NSDAP, que serían utilizados principalmente para apoyar la candidatura de Hitler en las elecciones de marzo, en las que comunistas y socialistas sumados obtuvieron 201 bancas y el partido nazi 288, es decir la mayoría absoluta.

El 23 de marzo de 1933 el Reichstag vota los plenos poderes a Hitler y ese mismo mes se habilita en Dachau el primer campo de concentración, en el que son internados comunistas, anarquistas, socialistas y otros opositores. En mayo son disueltos los sindicatos y en julio se dicta una ley ilegalizando todos los partidos, salvo el NSDAP, que queda como partido único. En enero de 1934 se dicta la ley de regulación del trabajo nacional, favorable a las empresas. Los patrones de las grandes empresas son designados “Führer”. El 30 de junio de ese año son asesinados numerosos miembros de las SA, opositores a Hitler en el interior del NSDAP. Es la llamada “Noche de los cuchillos largos”. Por último, en septiembre de 1935 se promulgan en Nuremberg las leyes raciales. Según un informe de esa época del Socorro Rojo Internacional, entre 1933 y 1935 fueron asesinadas en Alemania más de 4.200 personas, detenidas 317.800 y 218.600 heridas y sometidas a torturas.

Miembros de las SA boicotean locales comerciales judíos (1933)

En marzo de 1938 Hitler proclama el “Anschluss” y ocupa Austria. En agosto de 1938 se prohíbe a los judíos ejercer como médicos; en septiembre ejercer la profesión de abogado. La “Noche de cristal”, del 9 al 10 de noviembre de 1938, dejó como saldo 191 sinagogas incendiadas, 91 judíos asesinados, 30.000 arrestados y el saqueo de 7.300 tiendas.

El 29 de septiembre de 1938, cuando ya nadie podía ignorar la naturaleza dictatorial, racista, antisemita, belicista y expansionista del régimen nazi, se reúnen en Munich Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier. Ni el gobierno de Praga, ni la Unión Soviética, que se había ofrecido a cumplir su acuerdo de asistencia mutua con Checoslovaquia en caso de un ataque alemán, fueron invitadas a la reunión.

Hitler consigue prácticamente todo lo que reclamaba: el gobierno checoslovaco debe evacuar inmediatamente las regiones con predominio de población germana. Alemania se anexiona así más de 16.000 kilómetros cuadrados, donde vivían 3.500.000 personas, entre las que había más de 700.000 checos. En marzo de 1939 Alemania completa la ocupación de Checoslovaquia.

En Munich las potencias occidentales siguieron aplicando su estrategia básica: dejar las manos libres a Hitler, para que éste se decidiese a agredir a la Unión Soviética. Pero Hitler tenía otros planes, que llevaron al estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939.

Trabajo esclavo

El 30 de abril de 1942, Oswald Pohl, jefe de la “Oficina principal económica y administrativa SS” enviaba a Himmler un informe sobre “La situación actual de los campos de concentración”: “La guerra ha producido cambios estructurales visibles en los campos de concentración y ha modificado radicalmente sus tareas, en lo que se refiere a la utilización de los detenidos. La detención sólo por motivos de seguridad, educativos o preventivos, no está ya en primer plano. El centro de gravedad se ha desplazado hacia el lado económico”.

El reglamento que se dictó en consecuencia decía que los detenidos debían trabajar hasta el agotamiento, a fin de alcanzar el máximo rendimiento; que la jornada de trabajo era ilimitada y que sólo dependía de la estructura y de la naturaleza del trabajo.

De esta mano de obra gratuita y esclava se aprovecharon grandes empresas como Krupp y Siemens, pero particularmente en Auschwitz, la IG Farbenindustrie, que instaló en Buna, tercer campo de Auschwitz, una fábrica de caucho sintético. Por allí pasaron unos 35.000 detenidos de los cuales murieron 25.000 personas.

Otras grandes empresas alemanas también participaron y se beneficiaron del Holocausto, entre ellas la Bayerische Motoren-Werke (BMW), Volkswagen y Daimler Benz. Un libro reciente, IBM y el Holocausto, informa cómo el conocido gigante estadounidense de la informática trabajó para el régimen nazi: las tarjetas perforadas de IBM sirvieron para identificar y catalogar a quienes serían perseguidos y eliminados. También Ford y General Motors utilizaron el trabajo esclavo bajo Hitler, fabricando durante la guerra vehículos militares en Colonia, Alemania, para el ejército alemán.

Varias de las empresas que participaron y se beneficiaron del Holocausto intervienen hoy en grandes reuniones internacionales, influyen sobre los organismos del sistema de las Naciones Unidas, financian fundaciones y subvencionan ONGs, pero retacean, como Volkswagen y Ford, el pago de las indemnizaciones que reclaman los sobrevivientes de los trabajos forzados.

En 1999 el gobierno alemán anunció la creación de un fondo para la indemnización de los trabajadores forzados de la época nazi, aprovisionado por el Estado alemán y por las siguientes empresas, entre otras: Allianz, BASF, Bayer, BMW, Daimler-Chrysler, Deutsche Bank, Friedrich-Krupp, Krupp-Hoesch, Hoechst, Siemens, Volkswagen y Dresdner Bank. Estas empresas confiaron en la “solución biológica”, es decir en la muerte de los sobrevivientes, pero la publicidad creciente sobre su implicación con el nazismo las obligó a participar de este fondo para dejar a salvo su imagen. Pero en Europa Oriental, cientos de miles de ex-trabajadores esclavos de los nazis todavía están vivos. En la región del Báltico, Polonia, Rusia, la República Checa, Hungría y Ucrania hay por lo menos un millón de personas que hasta hoy solamente recibieron limosnas (aproximadamente 500 marcos por persona, según la ley de compensaciones de 1993) o ninguna compensación. Sin embargo, estas víctimas fueron excluidas de las negociaciones.


Fuente: Alejandro Teitelbaum. Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur, marzo 2005