John Reed y la Revolución rusa

Aventurero, escritor, corresponsal de guerra, revolucionario… John Reed (1887-1920) acompañó a Pancho Villa por el norte de México, fue a Europa para cubrir la Primera Guerra Mundial y luego a Rusia, “donde los hombres cambiaban la historia de la humanidad”. Presenció el II Congreso de todos los Sóviets y participó como “camarada internacionalista”. Fruto de esta experiencia es Diez días que estremecieron al mundo, publicado en 1919. Hoy es un clásico de la mejor literatura periodística.


El contacto directo de John Reed con el proceso revolucionario ruso no sólo ilustra la complejidad política del momento, sino la abigarrada cotidianidad de un cambio histórico, lejos de las disquisiciones teóricas de sus dirigentes: “Petrogrado ofrecería por entonces un curioso espectáculo. Las fábricas estaban repletas de fusiles; iban y venían correos; de todos los cuarteles se celebraban mítines cada noche, y los días transcurrían en medio de apasionadas e interminables discusiones. […] Los atracos a los transeúntes se sucedían con tanta frecuencia, que era peligroso aventurarse por las calles transversales. En la Sadóvaia vi en plena tarde a una muchedumbre de muchos centenares de personas pegando y pisoteando a un soldado, a quien habían sorprendido robando”. Y más adelante continúa: “A la puerta del Smolny, en la verja exterior, la guardia exigía y examinaba minuciosamente los permisos de entrada. En las salas de reuniones había, día y noche, un zumbido constante; centenares de soldados y de obreros dormían incluso en el suelo, como podían. En el primer piso, en el salón de sesiones, se apretujaba un millar de personas durante las tumultuosas deliberaciones del Sóviet de Petrogrado. En los clubes se jugaba febrilmente del anochecer al alba; corría la champaña a raudales; las apuestas alcanzaban altas cifras, hasta veinte mil rublos. Las calles y los cafés del centro rebosaban de prostitutas, cubiertas de joyas y de lujosas pieles. Complots monárquicos, espías alemanes, contrabandistas fraguando planes. Entre la lluvia y el frío, bajo el cielo gris, la gran ciudad, palpitante, aceleraba su carrera… ¿Hacia dónde?”.

En medio de la tormenta, John Reed no dudó en cuál era la respuesta. A su regreso a Estados Unidos, la defensa de la Unión Soviética le costó ser expulsado del Congreso Socialista en agosto de 1919. El grupo disidente formó el Partido Comunista de Estados Unidos. Acusado de espionaje, Reed escapó a Moscú, donde murió enfermo de tifus. Fue enterrado en el Kremlin, junto con otros líderes bolcheviques.