La imprenta y la difusión de las ideas humanistas

Hasta la primera mitad del siglo XV, los libros eran escritos a mano por monjes copistas, quienes copiaban e ilustraban una a una las obras en sus monasterios. En esa época, hacer una copia de un libro era muy caro y tomaba mucho tiempo. Si bien el rol de los monjes fue muy importante para la preservación de los textos medievales y de la Antigüedad clásica, gran parte de los libros se mantenían en las bibliotecas de los monasterios y de los castillos, por lo que muy pocas personas tenían acceso a ellos.

Para hacer copias de pocas hojas se usaba también la xilografía: tablillas de madera talladas a mano que luego se cubrían de tinta para reproducir la información en el papel. Con este sistema la madera se desgastaba, por lo que no se podían hacer muchas copias.

La imprenta de Gutenberg

¿Cómo se difundieron las nuevas ideas del humanismo y del Renacimiento por Europa?

Un paso decisivo para la difusión de las ideas y el conocimiento en Europa se dio en la década de 1450, cuando el alemán Johannes Gutenberg (1398-1468) desarrolló la imprenta de tipos móviles de metal, los cuales son piezas de plomo fundido que tienen grabadas letras, símbolos y otros caracteres.

La imprenta era una máquina que presionaba sobre el papel los tipos móviles agrupados por planchas y empapados en tinta. Esta creación permitió obtener varios ejemplares iguales en relativamente poco tiempo, por lo que agilizó en gran medida la producción de libros y redujo los costos.

El intercambio de ideas y las academias

La imprenta de Gutenberg permitió una mayor difusión de los libros y, por tanto, de la educación. De esta manera, las ideas humanistas pudieron expandirse a varios lugares de Europa.

Si bien este avance permitió que los libros llegaran a nuevos grupos sociales, como los burgueses de las ciudades, en general siguieron en manos de grupos reducidos de personas. De hecho, el uso de la imprenta moderna solo se masificó en el siglo XIX, con la producción industrial de libros.

Por otra parte, los mecenas de los artistas e intelectuales humanistas aportaron recursos para crear y mantener bibliotecas y academias donde los humanistas intercambiaban ideas, estudiaban y traducían obras clásicas del griego y del latín.