Sebastián Piñera Echenique (1949-2024): El Estallido social de 2019

“Tenemos una gran misión, dejar atrás el subdesarrollo y la pobreza”. Era el 11 de marzo del 2018 cuando Sebastián Piñera volvía a asumir por segunda vez la Presidencia de la República. En ese momento el gobernante de derecha no solo era el líder de su coalición política, Chile Vamos, sino que también el principal referente del sector.

El día que el mandatario recibió de vuelta la piocha de O´Higgins de manos de la expresidenta Michelle Bachelet no imaginó los desafíos que se le venían por delante. Al año siguiente enfrentaría el estallido social que puso en jaque a su gobierno y lo allanó a anunciar un proceso constituyente a contrapelo de su sector. Dos años después estuvo obligado a enfrentar otro golpe inesperado: la pandemia del coronavirus frente a la que se jugó porque Chile tomara la delantera en la importación de vacunas.

Cuando asumió en 2018 el principal desafío del presidente Piñera era combatir materias clave para la ciudadanía como el manejo del orden público, la situación del Servicio Nacional de Menores (Sename) y una agenda para reimpulsar la economía. Para enfrentar el nuevo desafío renovó a parte de sus equipos, pero también recurrió al “piñerismo” con ministros de experiencia en su anterior gobierno.

La primera dificultad de Piñera vino desde el Congreso Nacional. Piñera tuvo que hacerse cargo del desafío de tener minoría tanto en el Senado como en la Cámara de Diputadas y Diputados. Para enfrentar ese hecho fue clave la estrategia que impulsó: llamar a grandes acuerdos entre los distintos sectores. De esta manera buscaba emular la política de los acuerdos impulsada por el fallecido expresidente Patricio Aylwin en cinco temas clave como la seguridad, salud, desarrollo económico, la paz en La Araucanía y la infancia. La primera señal vino incluso con un acto público sobre esta materia.

“Hoy llegamos nuevamente a esta casa de todos los chilenos y, una vez más, con el firme y urgente propósito y misión de hacer justicia y mejorar la dignidad y la calidad de vida de todos nuestros niños”, dijo Piñera en una cadena nacional en su primer día que asumió.

Para la difícil misión de generar consensos, Piñera designó a Gonzalo Blumel (Evópoli) como ministro de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de las relaciones políticas entre La Moneda y el Poder Legislativo. Rápidamente en el Congreso Nacional la situación se ponía cuesta arriba, ante la imposibilidad de llegar a acuerdo en las distintas materias. Pese a esto, el gobierno insistió en el punto a lo largo de todo el segundo mandato.

En su primer año de mandato, Piñera buscó dar señales para controlar la inmigración irregular e hizo intentos por convertirse en un liderazgo internacional. En ese marco, en febrero de 2019, invitado por el gobierno colombiano de Iván Duque viajó a Cúcuta en la frontera con Venezuela para participar en un acto de ingreso de ayuda humanitaria en Venezuela. Un gesto que resultó controvertido durante toda su gestión.

También ese año hubo hitos beneficiosos para el gobierno, como el triunfo de Chile el 1 de octubre cuando la Corte Internacional de Justicia en La Haya le dio la razón ante la demanda limítrofe de Bolivia.

El 14 de noviembre de ese 2018 hubo otro hito que marcaría la segunda gestión de Piñera en La Moneda: la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca, por parte de uniformados de carabineros. Un homicidio tuvo costos políticos para el gobierno, luego de que algunas autoridades dieran respaldo a la versión inicial de las policías, que posteriormente fue descartada. La crisis le costó la salida al intendente de La Araucanía, Luis Mayol, y provocó una interpelación al entonces ministro del Interior, Andrés Chadwick.

El estallido social

El 18 de octubre del 2019 sucedió el peor golpe para el segundo gobierno de Piñera. Ese viernes una turba de personas comenzó a saltarse los torniquetes del Metro -luego de que se anunciara un alza en el pasaje del transporte– mientras otras decenas de personas se apostaban a Plaza Italia para protestar. Luego comenzaron los destrozos, los actos vandálicos y la quema de lugares públicos.

Lo que vino después fue la peor crisis política que tuvo el gobierno. Los actos vandálicos ocurrían todos los viernes, mientras el gobierno tuvo que recurrir a las Fuerzas Armadas. La violencia policial -que en sus casos más extremos se expresó en la mutilación ocular de protestantes y de ciudadanos como Fabiola Campillai– obligó al mandatario a cambiar sus equipos. La salida más significativa fue la del entonces ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien no solo era uno de los orejeros más cercanos a Piñera, sino que también su primo y amigo. Después de su salida el personero de la UDI enfrentó una acusación constitucional que lo inhabilitó de ejercer cargos públicos por cinco años. Tras la salida de Chadwick, Gonzalo Blumel asumió como ministro del Interior. Su figura era vista como un rostro más dialogante.

Por las calles, la gente asomaba con una serie de demandas como pedir el cambio de la Constitución, mejorar las AFP y terminar con el sistema del Sename. Fue en ese entonces, que Piñera y su gobierno comenzaron a buscar una salida al conflicto.

Pero el problema también era interno, pues La Moneda estaba dividida entre dos bandos: Aquellos que promovían una salida a través de un diálogo político, y los que buscaban mano dura y mayor control del orden público. Finalmente ganó la primera postura, lo que se tradujo en el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” del 15 de noviembre del 2019.

Todos los sectores políticos se pusieron de acuerdo en interminables reuniones, en las que se determinó que el cambio de la Constitución de 1980 podía dar una salida pacífica al proceso, con el fin de acoger demandas ciudadanas. Con el tiempo, la paz se fue logrando en la calles, pero el estallido social fue recordado como la época más difícil para el Mandatario, que incluso lo tuvo con una histórica baja aprobación de un 6% en en la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP).

El propio expresidente con el tiempo abordó lo que fue el estallido y el año pasado en el diario español El País dijo: “Fue un golpe de Estado no tradicional”.

La crisis de la pandemia

El 2020 todos los gobiernos del mundo fueron azotados por la peor pandemia de la historia. Por ese año se desató la crisis del covid-19 y el gobierno de Piñera tuvo que hacerse cargo de enfrentar los problemas de la crisis sanitaria. Rápidamente se provocaron problemas no enfrentados anteriormente, como tener que hacerse cargo de las restricciones de la movilidad entre las personas, o enfrentarse a la competencia internacional por la compra de vacunas.

En ese entonces Piñera -y su ministro de Salud, Jaime Mañalich– debían hacerse cargo para de buscar la reducción en el número de contagiados y de fallecidos y también de enfrentar el dilema de la disponibilidad de camas para los enfermos y los ventiladores respiratorios para la Unidad de Cuidados Intensivos. El gobierno debía enfrentarse además al flanco político de la oposición que criticaba por este tema, y también por parte del Colegio Médico en ese entonces liderado por Izkia Siches.

Además, se generaban otros flancos como el cuestionamiento a la veracidad de las cifras de fallecidos. Mientras, el gobierno se desplegaba internacionalmente con intensas negociaciones para conseguir vacunas de empresas como Sinovac o Pfizer.

El 13 de junio de ese 2020 la pandemia salpicaba políticamente al gabinete y el ministro Mañalich salió en medio de un desgaste por la crisis y tensiones con sus pares. En un cambio de gabinete se dio paso a la llegada de Enrique Paris, quien se convertiría en otro referente del manejo de la pandemia. La salida de Mañalich fue difícil para el gobierno. El doctor había sido también ministro de Salud durante la primera administración de Piñera, y fue uno de los primeros en anticipar la magnitud de la pandemia diciéndole que “esto es lo más importante que va a pasar en su gobierno”.

Pero pese a los costos, el manejo le trajo grandes activos para el expresidente en materia de legado: Chile mostró uno de los índices más bajos en mortalidad según Our World in Data, además fue catalogado como uno de los países con mayores dosis de refuerzo de vacunas contra el covid por cada 100 habitantes y el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacó a Chile dentro de los 15 países del mundo que más aumentó el gasto para enfrentar la pandemia.


Fuente. La Tercera (6-febrero-2024)

Sebastián Piñera Echenique (1949-2024): Su primer gobierno (2010-2014)

En la quinta elección presidencial en Chile después del retorno a la democracia en 1990, Sebastián Piñera derrotó el 13 de diciembre de 2009 al exmandatario Eduardo Frei Ruiz –Tagle y se convirtió en gobernante de Chile. Su primera administración, estaría marcada al comienzo por la emergencia del terremoto del 27 de febrero de 2010, pero luego vinieron una serie de hitos como el rescate de los 33 mineros, el movimiento estudiantil coliderado por el actual Presidente Boric, su polémica frase sobre los “cómplices pasivos” y una serie de proyectos emblemáticos como el posnatal de seis meses, además de las leyes Zamudio y de Unión Civil.

El megasismo

La misión de Piñera no sería fácil y eso quedó demostrado desde el primer día. El 11 de marzo de 2010, Michelle Bachelet hizo entrega de la banda presidencial a Sebastián Piñera en medio de una convulsionada ceremonia, que estuvo marcada por un fuerte sismo que hizo pasar susto a varios mandatarios extranjeros que vinieron al país y que estaban presentes en el Congreso Nacional.

El desastre desatado por el megasismo del 27/F, que dejó 525 fallecidos y 2 millones de damnificados, marcó sin lugar a dudas la primera etapa del gobierno. De hecho, el 50% de los proyectos aprobados en su primer año de gestión correspondió a iniciativas vinculadas a la reconstrucción.

Gran parte del primer gabinete – que estuvo compuesto de 16 hombres y 6 mujeres, de los cuales 14 no pertenecían a partidos, siendo cuestionado en su propio sector por su vinculación al mundo empresarial y ser más “técnico” que “político”- se enfocó como misión levantar al país tras el desastre.

El rescate de los mineros

Menos de seis meses de asumido el nuevo gobierno y el país volvía a enfrentar una nueva tragedia. El jueves 5 de agosto un derrumbe de la mina San José, ubicada a 30 km. de Copiapó, dejaba atrapados a 33 mineros a unos 600 metros de profundidad.

El Presidente Piñera se puso como misión hacer los mayores esfuerzos ante la tragedia y puso a su ministro de Minería, Laurence Golborne, a la cabeza de la tarea.

Tras largos trabajos de perforación el 22 de agosto de 2010 una sonda logró dar con el refugio donde se encontraban los trabajadores y como muestra de que había mineros con vida, el Presidente Piñera mostró una nota enviada escrita en una hoja de papel con lápiz color rojo, confirmando que los mineros se encontraban con vida, que decía: “Estamos bien en el refugio los 33″. El Presidente se encargaría de llevar posteriormente ese papel a varios eventos internacionales.

Finalmente, los mineros fueron rescatados un par de meses después a través de una cápsula diseñada especialmente, llamada Fénix. El hecho fue un ejemplo mundial, incluso se hicieron películas al respecto, lo que le permitió a Sebastián Piñera hablar de la “chilean way”, entendida como un modelo nacional de hacer las cosas bien y con sentido de urgencia.

Protestas por el gas y el movimiento estudiantil

El segundo año del gobierno de Piñera no fue menos convulsionado. El enero de 2011 una serie de movilizaciones sociales provocadas por el alza del valor del gas natural en Magallanes, remecieron la gestión del gobierno. Tras varios días de protestas, el 18 de enero el Gobierno firmó un documento donde comprometió un subsidio y una alza del gas menor a la cifra que desató las manifestaciones.

Pero esas protestas estarían lejos de ser las más complicadas para la gestión del gobierno. En abril de ese 2011, se iniciaron manifestaciones estudiantiles a nivel nacional. El origen de las protestas estaban enmarcada en los cuestionamientos a gran parte del sistema educacional, y a medida que avanzaban los días de manifestaciones, se sumaban nuevos puntos al petitorio y las propuestas del gobierno eran rechazadas.

Los principales voceros del movimiento universitario durante el primera año fueron los presidentes de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), la actual ministra Camila Vallejo, y de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (FEUC), el exministro Giorgio Jackson. Luego, el actual mandatario Gabriel Boric, reemplazó a Vallejo en la cabeza de la Fech.

El movimiento generó masivas marchas, cuestionamientos a la represión policial, y generó cambios de gabinete. Finalmente, la extensión de la movilización hizo que la opinión pública rechazara en gran medida las movilizaciones –fue la apuesta de Piñera, quien en varias oportunidades rechazó permisos para marchas-, aunque el gobierno también salió dañado con la opinión ciudadana.

Crecimiento económico

Uno de los puntos por los que es reconocida la primera administración de Sebastián Piñera, es por las buenas cifras macroeconómicas que alcanzó. El país creció a un ritmo del 5,3 % anual, versus el 3,3 % del gobierno anterior. Además, redujo la tasa de desempleo, de un 8,1% en el gobierno de Michelle Bachelet, a un 6,9 %.

Además, se generaron más de un millón de empleos, según las cifras oficiales. La promesa había sido uno de los puntos más fuertes durante su campaña y para muchos de los analistas fue lo que lo llevó al triunfo en las elecciones.

“Cómplices pasivos” y el penal Cordillera

El entonces Presidente Sebastián Piñera concedió una entrevista al diario La Tercera un par de semanas antes que se cumpliera el 40° aniversario del golpe de Estado. Se iniciaba la conversación, pero el mandatario daba una señal: a excepción de todos sus anteriores diálogos con los medios de comunicación, en el encuentro no estaba su jefa de prensa. La idea era que no lo intentara contener, porque probablemente lo que iba a decir traería consecuencias. Y así fue.

“Hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada o no quisieron saber y tampoco hicieron nada”. Esa fue la frase que alborotó el escenario político y que generó duros reproches, fundamentalmente de sectores a la derecha de su propio conglomerado.

Pero la frase de Piñera sobre los “cómplices pasivos” no es lo único por lo que se recuerda ese cuadragésimo aniversario del Golpe de Estado. El 10 de septiembre de 2013, Daniel Matamala y Mónica Rincón entrevistaron en CNN al exjefe de la DINA, Manuel Contreras, quien cumplía condena en el Penal Cordillera (recinto que albergaba a exmilitares condenados por crímenes de lesa humanidad durante el régimen militar)

Los dichos de Contreras fueron ampliamente rechazados y criticados casi transversalmente, por su reiterada negación de las violaciones a los DD.HH. durante la dictadura. 16 días después Piñera anunció el cierre definitivo del penal Cordillera y el traslado de los condenados a Punta Peuco. Según relatan cercanos al exmandatario, lo que más molestó a Piñera de la entrevista a Contreras fue un diálogo que mantuvo con Matamala. “Esto no es una cárcel. Es una cárcel para nosotros solamente, militar”, aseguró Contreras.

La situación provocó la indignación del exmandatario, quien sumó a la ecuación el alto costo de mantener el recinto -38 gendarmes para 10 reclusos- además de los lujos del mismo. De inmediato llamó a a la ministra de Justicia de esa época, Patricia Pérez, para hacer las gestiones y materializar su decisión.

El legado legislativo

Pese a que una parte importante de los proyectos que se aprobaron durante su primera gestión tuvieron relación con la reconstrucción, Piñera logró aprobar una serie de otras leyes que hoy marcan la vida política-social chilena.

La creación del ingreso ético familiar; la ley de posnatal de seis meses (que extendió el beneficio en tres meses); la eliminación del cobro de 7 % de cotización en jubilados (la iniciativa benefició a 700.000 pensionados que tenían una renta mensual inferior a los 255 mil pesos chilenos); la Ley de Unión Civil; entre otros, marcaron su legado.

El primer gobierno de Piñera terminó en torno al 50% de aprobación, según las encuestas.


Fuente. La Tercera (6-febrero-2024)